sábado, 30 de julio de 2011

Argentina y Brasil acordaron blindar la región frente a la crisis global

Las presidentas de ambos países mostraron coincidencias a la hora de definir las políticas de incremento de la inversión e inclusión social para sortear las consecuencias del temblor financiero que tiene epicentro en los EE UU y Europa.
FUERTE SEÑAL DE ENTENDIMIENTO POLÍTICO ENTRE CRISTINA FERNÁNDEZ Y DILMA ROUSSEFF
La presidenta Cristina Fernández y su par brasileña, Dilma Rousseff, mantuvieron ayer seis horas ininterrumpidas de reuniones privadas, discursos públicos, presentaciones protocolares y gestos de sincera amistad con un objetivo estratégico, que ambas mandatarias hicieron explícito. Se trata de profundizar la integración entre la Argentina y Brasil para hacer frente a las amenazas que presenta la economía global, con los EE UU ante el peligro de un default y Europa en depresión.
La definición más precisa la aportó Cristina, quien explicó que el acuerdo con Brasil consiste en “blindar la región para no perder lo logrado, pero no sólo defensivamente, sino ir por más y nunca menos de lo que hemos logrado hasta ahora”. Rousseff, en absoluta sintonía, advirtió sobre el peligro que significa “la excesiva valorización de las monedas nacionales”, porque convierte a Sudamérica “en el destino de los productos industrializados que no encuentran mercado en otros lugares, por la crisis”.
Cristina y Dilma analizaron el panorama incierto de la economía global en una agenda hiperactiva que comenzó a las 11, con una reunión bilateral en la sede del gobierno, el Palacio Planalto. La sucesión de actividades siguió con un almuerzo con empresarios y funcionarios de ambos gobiernos en Itamaraty, la Cancillería brasileña, y terminó con la inauguración de la nueva Embajada Argentina en Brasilia, donde se sumó un emocionado Luiz Inácio Lula Da Silva (ver p. 3).
En la bilateral, las dos jefas de Estado estuvieron acompañadas por los ministros de Industria de ambos países, la argentina Débora Giorgi y el brasileño Fernando Pimentel. También participaron los cancilleres Héctor Timerman y Antonio Patriota. En simultáneo, otros funcionarios analizaron otros aspectos de la integración, como las alianzas en el campo de la energía nuclear, la confluencia en materia de industria naviera y la posibilidad de que empresas argentinas participen de las obras de infraestructura que se realizarán con motivo de la Copa del Mundo Brasil 2014. Sin embargo, la prioridad de todas las conversaciones fue el análisis de los problemas económicos que están afectando a Europa y los Estados Unidos, como también de las posibles consecuencias que esa crisis pudiera traer a América Latina.
Cristina y Dilma sólo mostraron coincidencias, tanto en el diagnóstico como en las propuestas para enfrentar la situación. La sintonía quedó a la vista en la exposición conjunta ante la prensa que ambas ofrecieron en el Planalto. Lo mismo sucedió antes del brindis en Itamaraty. Los acuerdos, por lo visto, recorrían a toda la capa de ministros y funcionarios de ambos gobiernos, como el asesor en política exterior brasileño, Marco Aurelio García, quien aplaudía las definiciones haciendo gestos con la cabeza. Hasta el propio Lula, que no estuvo presente en las primeras dos actividades, se animó a anticipar cuál podría ser el escenario para que ambas presidentas, Dilma y Cristina, expongan sus propuestas: el Grupo de los 20, del que forman parte Brasil, la Argentina y México, y el Consejo de Seguridad de la ONU (ver aparte).
A la hora de evaluar el impacto que la crisis de los EE UU y Europa podría tener en América Latina, las dos presidentas coincidieron en que el mayor peligro es “el ingreso de capitales especulativos que provocan la valorización de nuestras monedas”, como planteó Cristina. La presidenta incluso recordó que el mandatario de Colombia, Juan Manuel Santos, un hombre al que suele asociarse con la derecha latinoamericana, propuso que los países de Unasur tomaran una medida conjunta para evitar la depreciación del dólar frente a sus monedas.
El riesgo de la valorización del real, del peso argentino o de las demás monedas de la región, fue explicado por Dilma durante el almuerzo en Itamaraty: haría más baratos los productos importados, entre ellos las manufacturas provenientes del Sudeste asiático, artículos que antes iban a Europa o a los EEUU, pero que con la crisis se están empezando a quedar sin compradores.
“Tenemos que tomar medidas para enfrentar el percance internacional que significa esta coyuntura, en la que podría haber una avalancha de productos manufacturados por la gran reducción de la demanda de los países desarrollados”, advirtió la mandataria brasileña. Tanto Cristina como Dilma subrayaron que la respuesta de Sudamérica ante el nuevo escenario fue convocar, en lo inmediato, a dos reuniones consecutivas: la primera, de ministros de Economía, se realizará el 4 de agosto en Lima, Perú, con el flamante presidente Ollanta Humala como anfitrión. La segunda será el 11 de agosto en Buenos Aires, donde se encontrarán los titulares de los Bancos Centrales de los países que integran la Unasur. “En América del Sur hay 400 millones de habitantes, somos un mercado muy apetecible”, advirtió la jefa de Estado de Brasil.
Como propuestas para la acción, las dos mandatarias coincidieron en que es imprescindible fortalecer y ampliar los mercados internos. “Hoy superar las desigualdades ya no es una política social: es una cuestión de política económica, porque necesitamos más consumidores”, destacó Cristina. “La inclusión social es fundamental, porque uno de los mayores factores de desarrollo es la incorporación de sus ciudadanos como consumidores”, coincidió su par brasileña. “No tenemos que enfriar la economía, sino recalentar la inversión. Porque cada vez necesitamos más y mejores consumidores”, insistió Cristina, quien además dijo que no se deben repetir los errores de otros procesos de integración, en referencia a la Unión Europea y su moneda única.





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