jueves, 20 de octubre de 2011

"No soy neutral, siempre voy a estar del lado de la inclusión social"

En el acto de cierre de campaña, y rodeada de los protagonistas de sus spots electorales, la presidenta llamó a la unidad pero aclaró que siempre estará del lado del combate contra la desigualdad. Fue una declaración de principios.
Siempre voy a estar del lado del combate a la desigualdad. En la defensa de los sectores más vulnerables y la integración social, porque esta no es una lucha entre imparciales. Y yo no soy neutral.” Con esa declaración de principios como aclaración fundamental de su discurso, la presidenta Cristina Fernández cerró ayer su campaña para las elecciones del domingo. En un acto organizado a la perfección, que arrebató de sentimientos –alegría, tristeza, euforia– al auditorio del Teatro Coliseo, Cristina volvió a convocar a la unidad nacional. “Todos los sectores, que obviamente tienen intereses, deben comprender que esta presidenta tiene que articular los intereses de 40 millones de argentinos”, subrayó desde el escenario.
  El cierre de campaña del kirchnerismo estuvo signado por las sorpresas. Fue, también, una catarata de emociones. Por decisión del equipo más cercano a la presidenta, el palco había sido reservado para las personas que habían protagonizado –con sus historias de vida– los spots televisivos del FPV. La incógnita comenzó a develarse cuando la locutora presidencial anunció con su voz inconfundible la presencia de Federico Díaz Aguirre, un programador de computación que estuvo a punto de emigrar a Australia. Federico permaneció en la Argentina y, con la sanción de la ley del software, pudo ver cómo la empresa en la que trabaja, Globant, crecía hasta convertirse en una de las principales exportadoras de soft de América Latina.
  Y así se fue llenando la tribuna que acompañaría a Cristina en su cierre de campaña. Anunciados por la locutora fueron desfilando el campeón olímpico de matemáticas Ariel Zylber (“un geniecillo”, lo definió la presidenta); el empresario Jorge Nadler, de la fábrica de termos Lumilagro; el obrero naval Atilio Chacón; la científica repatriada nº 800 Cecilia Mendive; la nieta recuperada Victoria Montenegro; la joven de Berazategui Jésica Doipe, adjudicada con una vivienda del Plan Federal; la misionera Elena Zachs, madre de 13 hijos y propietaria de una antena de la Televisión Digital que convirtió su vivienda en “una casa supersónica”, según la definición de una vecina; la costurera Haydeé Elizalde, quien pudo jubilarse a pesar de que no le hicieron los aportes.
  La tribuna estaba colmada de gente común. Allí también estaban algunos atletas argentinos, en representación de la delegación oficial que está compitiendo en los Juegos Panamericanos de Guadalajara. Desde allí mandaron un saludo, que se proyectó en la pantalla gigante, dirigido a la presidenta. Entre los deportistas que sostenían un cartel que decía “Cristina 2011” estaba el lanzador de jabalina de la localidad bonaerense de Marcos Paz, Braian Toledo. Cada invitado fue presentado por el spot de TV que contaba la historia de su vida. La sucesión de testimonios, más la presencia de los protagonistas en el escenario, provocó ovaciones, gritos de aliento y hasta lágrimas entre los asistentes que llenaban el teatro. Los más aplaudidos fueron el campeón de matemáticas (toda la sala le gritó “dale campeón”), y el trabajador naval, quien apareció en el palco junto a varios compañeros que vestían el overol azul del astillero Tandanor.
  En el auditorio se escucharon canciones y dedicatorias varias. Las más insistentes estaban dirigidas al Grupo Clarín (“Tomala vos / damela a mí/ el que no salta/ es de Clarín”) y acompañaron una referencia de la presidenta a la democratización de los medios. Otra de las consignas más escuchadas había debutado en la esquina del Hotel Intercontinental durante el festejo por el triunfo en las primarias: “Llora / llora la derecha/ porque los pibes estamos de fiesta / le vamos a demostrar / que Néstor no se fue / gorila no volvés más.” Recibidos por ese clima de fiesta, los dirigentes fueron llegando en turnos hasta las primeras filas del teatro. Gobernadores y el gabinete –se notó la ausencia de Alicia Kirchner, quien hace unos días sufrió la pérdida de su pareja– se ubicaron en los asientos más cercanos.

UNA LUCHA ENTRE DESIGUALES. Cristina apareció en el palco a las 19:30, en medio de un estallido de papelitos. Sus hijos Máximo y Florencia, ella vestida con una rosa negra en el pelo, ingresaron por un pasillo lateral. Con ellos iba Rocío, nuera de la mandataria. Se sentaron en la primera fila, junto a Giselle y Ofelia Wilheim, hermana y madre de la presidenta. “Este es un día muy especial y no quiero olvidarme de agradecer”, arrancó la jefa de Estado. Entonces mencionó a los millones de argentinos que le transmitieron fuerza desde el fallecimiento de su esposo. “Quiero agradecer también a mis hijos, sin los cuales me hubiera sido imposible seguir. Porque yo sé que él (por Kirchner) está en todas partes, pero en ellos dos está más que en ninguna otra”, agregó luego. 
  El escenario mostraba dos banderas argentinas y una pantalla gigante que reproducía su imagen. Tras nombrar a la mayor parte de los invitados que la acompañaban en el palco, Cristina definió sus historias como de “la Argentina real”. Enseguida pidió una autocrítica de la clase dirigente, en la que se incluyó a ella también. “Debemos hacer todos una autocrítica porque los dirigentes nos enredamos en discusiones estériles, muchas veces en el ejercicio de vanidades personales. Les pido a todos mayor inteligencia”, exhortó. Luego agregó otra frase con destinatarios a varias bandas. “Les digo a todos los dirigentes con representaciones sectoriales: nadie pierde su identidad y su historia si colabora con lo que la sociedad democráticamente eligió”, subrayó.
  Al pedido de autocrítica para la dirigencia le siguió una advertencia, un reconocimiento, sobre el incierto panorama internacional. “Hoy tenemos que enfrentar esta crisis que ha comenzado en 2008 y que parece no tener fin”, dijo. La jefa de Estado siguió con un reclamo al Congreso, al que demandó que apruebe el presupuesto del año próximo, y con un breve informe de buenas noticias. Dijo que en el tercer trimestre de 2011 la desocupación había descendido al 7,2 por ciento. Entre las definiciones y los diagnósticos, Cristina apeló también a cierto tono decontracté. Presentó a Amado Boudou con el slogan de campaña: “la fuerza de la alegría”, pero enseguida destacó su labor en la reunión de ministros de Economía del G-20. Boudou, sonriente como nunca, no renunció a su estilo, ni mucho menos: cuando terminó el acto y su novia, Agustina Kampfer, se le abalanzaba para felicitarlo, comentó a un par de admiradoras: “Es la fuerza del amor.”